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Te invito a que te des un garbeo por este territorio fronterizo, donde encontrarás algunas cosillas mías, las de otros y tal vez algunas tuyas, si quieres. Además, también iré colgando algunas de las cosas que despierten mi curiosidad, confirmen o desafíen mi pensamiento y mis creencias, o me generen algún cosquilleoCuando te apetezca acompañarme, ten a mano los auriculares, sobretodo si quieres escuchar bien los mélanges (sorry, pero en ese tema no he aprendido nada nuevo). Y si no visualizas bien la página, cambia la resolución de tu pantalla a 1280 x 1024. Hala pues!, sírvete un drink, unas almendritas o prende un cigarrillo, y pincha el gadget, que esto despega ya...
31 octubre 2014
07 octubre 2014
Escribe Mar Abad en Yorokobu
El poeta Whitman hablaba de la cultura de andar como «rechazo de una civilización corrupta, contaminada, alienante y miserable»
Dicen que internet y la
tecnología pueden llevar muy lejos. A lugares desconocidos,
inimaginables incluso. Pero en un sentido físico, estrictamente físico,
podría habernos encadenado a una silla. El ordenador, el coche, el
ascensor, el segway… ¿Nos está convirtiendo la modernidad en una versión
humana del pollo de jaula?
«Pienso en los sedentarios abstractos que se pasan la vida en un despacho, tecleando. Golpeteos de dedos en un teclado: conectados, como dicen. ¿A qué? A informaciones que varían de segundo en segundo, a flujos de imágenes y de cifras, a cuadros y tablas. Después del trabajo, toca el metro, el tren, la velocidad siempre, con la mirada fija esta vez en la pantalla del teléfono, y vuelta a pulsar teclas, y de nuevo el desfile de mensajes e imágenes», escribe Frédéric Gros. «Anochece ya cuando no han visto siquiera el día. Televisión: una pantalla más. ¿En qué dimensión viven entonces, sin levantan el polvo, sin contacto? ¿En qué espacio sin relieve, en qué tiempo en el que ni la lluvia ni el sol importan? Esas vidas, desligadas de los senderos y de los caminos, nos hacen olvidar nuestra condición: nada del desgaste de las estaciones y del tiempo parece existir».
El filósofo francés reclama la costumbre de caminar y vivir más despacio. Y lo hace en un libro titulado Andar, una filosofía, de Taurus Pensamiento. «Para ir más despacio no se ha encontrado nada mejor que andar. (…) ¿Quieren ir más rápido? Entonces no caminen, hagan otra cosa: rueden, deslícense, vuelen. No caminen. Caminando solo una hazaña importa: la intensidad del cielo, la belleza de los paisajes. Andar no es un deporte».
El
poeta Whitman hablaba de caminar con mochilas por viejos senderos y
negarse a «trabajar para tener el privilegio de consumir toda esa mierda
que en realidad no necesitamos»