La bella sencillez de esta canción de Mikel Laboa me devuelve a los días de lluvia, de niebla, de inviernos interminables y espasmos estivales a la vora del Zadorra, de sábanas secándose en la cocina, días de monte, de patxarán y zuritos en las tascas abertxales, de sardinitas frescas, de juegos en la campa, de amigas gallegas, zamoranas, andaluzas, riojanas, vascas......
Y a mi primer beso, mis dos adioses, mi primer terror.
habría sido mío,
no habria escapado.
Pero así,
habría dejado de ser pájaro.
Y yo...
yo lo que amaba era un pájaro.