¿Sabes?, cuando ya no quieres nada para ti, cuando no buscas el amor para estar
más sano, más tranquilo, más satisfecho, sino que sólo quieres ser, por
completo y aun a costa de tu vida. Ese sentimiento llega tarde, muchos no
llegan a conocerlo nunca... Son los prudentes; no me dan envidia. También están
los glotones, de curiosidad insaciable, que beben de cada tazón que se
encuentran... Esos son, sencillamente, lamentables. Luego hay otros decididos y
astutos, los carteristas del amor, que roban un sentimiento a la velocidad del
rayo, arrancan un poco de ternura y de intimidad de los escondrijos de un
cuerpo y a continuación desaparecen en la oscuridad, se pierden con una sonrisa cruel en el oscuro caos de
la vida. Están también los cobardes y los precavidos, que lo calculan todo, en
el amor y en los negocios; tienen una agenda donde apuntan los objetivos y los
plazos de la vida sentimental, y viven
según esas estrictas anotaciones. La mayoría son así, unos inútiles. Y
por último están los pocos que un día comprenden lo que la vida quiere con el
amor, lo que pretende al entregar ese sentimiento al género humano (...)
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(...) la razón no puede iniciar ni detener los sentimientos. Pero puede
disciplinarlos. Los sentimientos, cuando se vuelven peligrosos para uno mismo y
para los demás, se pueden enjaular. (…) Pero, claro -dijo con prudencia-, no es
bueno abrir la puerta de la jaula antes de tiempo. Porque el puma escaparía y,
si aún no está domado del todo, podría causar graves problemas. (…). Pero, si
le sirve de consuelo, puedo decirle que
a veces, en los casos más afortunados, los sentimientos se pueden
domar y mortificar. Míreme a mí. Yo he sobrevivido.