Hace un par de años, o quizá tres, me emperré en hacer
confitura de berenjena. La quería ‘del Bages’, que es como se conoce en
Catalunya la berenjena blanca, por ser una variedad propia de esta comarca.
Se trata de una especie
más suave y más dulce que la berenjena negra común, y más apropiada para
postres, como el de berenjenas fritas rebozadas y salpicadas con miel.
No fue fácil encontrarlas, ya que no se venden/vendían en
muchas verdulerías y, finalmente, un compañero de trabajo que vive en la
comarca me las trajo de Muga.
En este artículo de La Vanguardia hablan de la recuperación de ésta y
otras semillas de cultivos autóctonos
gracias a la iniciativa de organizaciones de payeses.
La berenjena blanca o cómo las semillas autóctonas pueden convertirse en símbolo de un territorio.
La Xarxa Catalana de Graners agrupa a 12 centros que disponen de bancos de simientes | Algunas especies, como la berenjena blanca, se han convertido en icono de la comarca del Bages
La berenjena
blanca estaba en extinción. No se plantaba desde
hacía un siglo. Pero gracias a proyectos como el de Esporus, que se dedican
a investigar y recuperar semillas, desde 2011 esta variedad propia
del Bages vuelve a cultivarse y se ha convertido en una de las
hortalizas más preciadas e identitarias de la comarca, alrededor de la
cual se organizan jornadas culinarias y eventos festivos. Es muy
apreciada en la restauración, por su sabor más suave que la berenjena negra
común, por contener menos calorías y porque se considera más selecta, al
notarse más cualquier golpe o defecto y ser de conservación dificultosa.
Casos de éxito como éste
han permitido concienciar de la necesidad de preservar y recuperar las
semillas tradicionales de cada territorio. El proyecto de la Asociación l'Era, que
se ubica en la escuela
agraria de Manresa, se inició en 2002 y ya tiene en su banco de
semillas hasta 350 variedades, que se guardan con mimo para poder difundirlas y
explicarlas.
Cada jueves por la tarde,
payeses de la zona y aficionados a la horticultura se dan cita en la escuela,
en Can Poc Oli, para colaborar en la laboriosa tarea de recuperación de
semillas. Para obtenerlas deben plantar una pequeña extensión, salvaguardarla
de plagas, recoger sus frutos cuando es temporada y luego extraer de ellos las
preciadas semillas.
El de Manresa es uno más
de los 12 centros de recuperación de semillas diseminados por toda Catalunya
que forman parte de la Xarxa
Catalana de Graners, que se ha creado, entre otras razones, para
"recuperar conocimientos agrarios tradicionales casi condenados al
olvido", según explica la organización. A su vez este trabajo pretende
crear "una mayor variedad de cultivos adaptados a las diferentes
zonas".
El trabajo previo
Durante el invierno las personas que impulsan los proyectos, como Xènia Torras de Esporus, realizan un trabajo de investigación que no sólo consiste en visitar payeses. También consultan bibliografía y buscan información que les dé alguna pista de simientes que estén referenciadas en algún documento y buscar a alguien que aún las cultive. Únicamente en Esporus disponen de 350 especies diferentes tanto de hortaliza como de cereal y otros cultivos de extensivo. "Muchas veces tenemos que contactar con personas mayores que habían cultivado en su huerto alguna de las variedades que buscamos", explica Xènia Torras, y reconoce que "muchos se quedan sorprendidos de que ahora un grupo de jóvenes busquen aquellos productos que llegaron a ser tan desprestigiados como el propio oficio de payés, con lo que ni siquiera llegaron a transmitir sus conocimientos".
Durante el invierno las personas que impulsan los proyectos, como Xènia Torras de Esporus, realizan un trabajo de investigación que no sólo consiste en visitar payeses. También consultan bibliografía y buscan información que les dé alguna pista de simientes que estén referenciadas en algún documento y buscar a alguien que aún las cultive. Únicamente en Esporus disponen de 350 especies diferentes tanto de hortaliza como de cereal y otros cultivos de extensivo. "Muchas veces tenemos que contactar con personas mayores que habían cultivado en su huerto alguna de las variedades que buscamos", explica Xènia Torras, y reconoce que "muchos se quedan sorprendidos de que ahora un grupo de jóvenes busquen aquellos productos que llegaron a ser tan desprestigiados como el propio oficio de payés, con lo que ni siquiera llegaron a transmitir sus conocimientos".
Salvar la cultura
local
El hecho de recuperar variedades que ya casi no se cultivan va más allá de "fomentar un modelo de agricultura diversificada, local y familiar o colectiva", según reza uno de los principios de la Xarxa. El trabajo también implica "salvar parte de nuestra cultura", reivindica Xènia Torras.
El hecho de recuperar variedades que ya casi no se cultivan va más allá de "fomentar un modelo de agricultura diversificada, local y familiar o colectiva", según reza uno de los principios de la Xarxa. El trabajo también implica "salvar parte de nuestra cultura", reivindica Xènia Torras.
Detrás de cada simiente
hay una historia. Pone como ejemplo la calabaza del hierro, una especie
recuperada de la zona del Lluçanès. Torras asegura que "si se pierde este
cultivo, se pierde, a su vez, unos utensilios o un estilo muy de la zona de
hacer estofado de calabaza". Torras explica que recuperar algunas especies
puede significar, a su vez "la posibilidad de recuperar algunos
instrumentos para los que se utiliza esta hortaliza".
La coordinadora de
Esporus no pararía nunca de poner ejemplos, como el trabajo que están
realizando para recuperar el tomate tardío de montaña, que se puede cultivar a
más de 750 metros
de altura, con lo que "permitirá que en zonas montañosas puedan volver a
cultivar tomates e incluso alargar la temporada de este producto en otras
zonas".
Presión del mercado
Una de las características de las entidades que forman parte de la Xarxa de Graners es que toda la producción debe ser ecológica y se muestran en contra de los productos transgénicos y de las patentes de semillas "porque significa la privatización de la biodiversidad", que defienden que sea "pública, gratuita y accesible".
Una de las características de las entidades que forman parte de la Xarxa de Graners es que toda la producción debe ser ecológica y se muestran en contra de los productos transgénicos y de las patentes de semillas "porque significa la privatización de la biodiversidad", que defienden que sea "pública, gratuita y accesible".
La sostenibilidad
económica de los proyectos se consigue a través de la venta de productos,
algunas subvenciones y el voluntariado, "que reduce al máximo los
costes", argumenta Torras. Por este motivo durante diversos períodos del
año cada jueves por la tarde se reúnen en la Escuela Agraria de
Manresa un grupo de personas que realiza gratuitamente todos los trabajos que
conlleva la recolección, conservación y posterior replantación de las
variedades conservadas.
Leer más: http://www.lavanguardia.com/local/bages/20130927/54390045754/berenjena-blanca-semillas-autoctonas-bages.html#ixzz2g6KcVaCj
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