Las
“calaveritas” son versos populares breves, por lo general satíricos y burlones,
mediante los que se ironiza sobre algún individuo o personaje al cual van
dirigidos. Están escritos a modo de epitafios y es muy común tratar al aludido
como muerto, vinculándolo a expresiones cómicas de su actividad, profesión,
cargo o atributo, con absoluto desenfado por su poder o posición social.
Este
divertimento literario constituye, desde
hace mucho tiempo, parte del folklore urbano vinculado a los festejos del Día
de Muertos. Los versos son reproducidos en la actualidad en revistas y
periódicos o difundidos por programas radiofónicos, si bien antiguamente
era costumbre imprimirlos en hojas sueltas. Entre las más famosas de esas hojas
volantes estuvieron, entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, las ilustradas por el grabador José Guadalupe
Posada.
A la enchiladera
En la pulquería se sienta Panchita la enchiladera que hace muy buenas chalupas pero siempre está en disputas y le han puesto calavera |
Al escritor Octavio
Paz
Hoy recita en el panteón tras debatir con la parca. No fue facil pa´la calaca pues era Nobel su corazón |
Al escritor García
Márquez Quiso esconderse en Macondo, La muerte fue tras él. Ella se puso sus moños y lo tiró a un hoyo hondo ¿ De qué se murió Gabriel ? De amor y otros demonios |
Al gendarme
Gendarme de profesión
murió con recuerdos malos, resultado de los palos que dio con su ocupación; se fue con resignación en busca de unos trompetos, y aquellos malos sujetos me lo apalearon un día y fue a la difuntería a cuidar los esqueletos. |