Antonio Rodríguez Almodóvar Catedrático
y premio Nacional de Literatura Juvenil 2005
"La mente infantil pide conflicto y el cuento no traumatiza: prepara para la vida"
"No despreciemos nunca la inteligencia de los niños, la moraleja es innecesaria"
Sandra Penelas 07.03.2015 | 01:09
Autor de más de medio
centenar de libros, Rodríguez Almodóvar desarrolla una destacada labor de
recuperación de los cuentos populares españoles. Una de sus colecciones, reeditada
desde 1985, ya ha alcanzado los cinco millones de ejemplares. Ayer participó en
unas jornadas internacionales sobre Literatura Infantil y Juvenil y volvió a
reivindicar la importancia de un tipo de narración que ha sido
"esencial" para la humanidad durante siglos.
-Usted defiende los
valores pedagógicos del cuento popular, pero en los últimos tiempos surgen
voces críticas por entender que transmiten estereotipos sexistas o ser
demasiado dramáticos para los niños.
-No estoy de acuerdo.
Todo depende de la versión de la que estemos hablando. Siempre trato de
recuperar las orales porque son de verdad las que encerraban más valores. Si
a La Bella Durmiente le
sacamos la segunda parte queda en un cuento un poco tonto de una princesa
condenada a dormir que solo despierta por el beso de un príncipe azul. Pero
después ella tiene que salir adelante en medio de enormes dificultades porque
él se va a la guerra y debe hacerle frente a una suegra edípica que devora a
sus nietos. Dirá la gente que casi es peor (risas). Lo cierto es que hay que
partir de una base más sólida para analizar los cuentos. Tienen un valor
simbólico y de lo que se cuenta representan otra cosa: el mal, el daño
gratuito, la desprotección de los niños... El contraste mental entre lo que el
niño escucha y lo que vive es lo realmente importante porque se siente
protegido por su familia y refuerza su posición en el mundo. Todo esto es un
mecanismo simbólico de la mente sobre el que se han hecho muchos estudios
comparativos.
-¿Se otorga a los niños
menos capacidad para diferenciar la vida real de la ficticia por esa visión de
lo políticamente correcto que hoy invade todos los ámbitos?
-Hansel y Gretel, que era muy conocido
como Periquín y Periquina en
las tertulias hogareñas y campesinas españolas antes de que se rompiese la
cadena oral, transmite que alguna vez tendrás que abandonar el hogar y más vale
que sepas que la vida es un camino arduo y difícil. Pero también que tú puedes
hacerlo. Es un mensaje simbólico que hace que el niño se prepare para la aventura
de la vida y no crea que todo será un camino de rosas.
-Y entonces el
encuentro con la vida es un encontronazo, un choque brutal. Sentirse de pronto
en el bosque de la vida sin tener absolutamente ningún recurso para salir
adelante es mucho peor que escuchar un cuento.
-¿Hay lugar para el
cuento en un mundo digital como el de hoy?
-Yo creo que sí. El
problema de las versiones digitales es que simplifican demasiado las historias.
La estructura narrativa debe incluir un conflicto inicial importante, un
desarrollo en forma de intriga y un final coherente. Esto es lo que hace que
una historia, además de darle al niño una visión del mundo, le ayude a
construir su estructura mental. Lo más importante de los cuentos es que su
estructura interna ayuda a construir el andamiaje mental. Esto es lo esencial,
incluso por encima de los valores que tienen. Machado, uno de mis autores
predilectos, decía que lo importante es formar bien las entendederas.
-De ahí la importancia
de que los cuentos estén en casa y en el colegio.
-Claro, y que los
maestros los cuenten con cariño porque el valor afectivo es importantísimo para
fijar bien la historia y que la mente se sienta reconfortada. Lo políticamente
correcto ha hecho estragos y ha obligado a las editoriales a publicar cuentos
mal construidos o bobadas, que de esto hay mucho hoy. Tengo que hacer un elogio
de los ilustradores españoles porque hay gente verdaderamente extraordinaria,
pero cuando vas a la historia te preguntas cuándo va a pasar algo. No hay
derecho. La mente infantil está pidiendo otra cosa, ¡un conflicto! ¿Cómo que se
va a traumatizar? Es lo contrario. Sin un referente simbólico para que
entiendan por sí mismos que las dificultades están ahí, los niños crecerán
entre algodones y pensando que todo es muy fácil. La doctrina no sirve con los
niños, sirven los buenos cuentos contados para estimular la comprensión del
mundo en todo su rigor.
-Ana María Matute, que le apodó como el tercer
hermano Grimm, siempre reivindicó la calidad literaria de los cuentos.
-Sí, además de bien
construido, el cuento es bello y hermoso añade un valor importantísimo. El
valor estético de la vida y de la vida literaria no se aprende de un día para
otro, es una construcción muy paciente hasta que arraiga de verdad el deseo de
una buena literatura. Y con historias de tres al cuarto no pasa esto. La
literatura infantil y juvenil a veces carece de una crítica seria y también es
triste que sea una asignatura optativa en las escuelas de Magisterio. Debería
ser una troncal a la que se dedicase el año entero.
-¿Los niños que hoy disfrutan con los cuentos
son los lectores del futuro?
-Claro. O los no
lectores, porque la afición a leer se desarrolla con buenas historias. Antes
había decenas de cuentos en las tertulias hogareñas y cada familia tenía uno
predilecto que ayudaba a construir el grupo. Me han dado las gracias muchas
veces por recuperar el cuento de su abuelo que no encontraban por ninguna parte
y, a continuación, me han dicho que la historia no era así (risas). No
despreciemos nunca la inteligencia de los niños, por favor. Necesitan una buena
estructuración mental y que ellos mismos interpreten y deduzcan con el tiempo,
no hay prisa. La moraleja es innecesaria. Ana María Matute era gran enemiga de
las moralejas. Siempre decía que los niños no son tontos. Hay que contar el
cuento y ya está. Lo contrario es ofensivo y no valora realmente de lo que el
niño es capaz.
Fuente:
http://www.laopinioncoruna.es/contraportada/2015/03/07/mente-infantil-pide-conflicto-cuento/934489.html