Empezaremos el año con este artículo de Ignasi Giró que ayudará a quien lo necesite a alcanzar
la armonía mental y espiritual sin salir de casa, sin findes
monacales ni talleres de gurús orientales. Y es que, a veces, en los
gestos cotidianos se encierra toda la sabiduría del universo. Que tengais un buen año.
Hace
tiempo que lo pienso y hoy me decido a compartirlo con vosotros: todo ser
humano capaz de limpiar su casa sin que esto le genere angustia alguna habrá
comprendido la esencia misma de la vida y el universo entero se rendirá a sus
pies cual flor de loto se rinde al viento helado en invierno ¡Toma esa,
Lao-Tsé! Para darle más solemnidad al asunto, desarrollaré mi afirmación en 5
lecciones y una iluminación final, que bien podrían formar parte de un libro
llamado El Gran Libro Del Fregado. Sea así, pues, y empecemos, que se
hace tarde y tú no tienes todo el día.
- Lección #1 de El Gran Libro del Fregado: Sobre la
elección de sufrir o disfrutar
Si
algo aprendemos limpiando mierda es que hay dos formas de hacerlo: sufriendo o
disfrutando. En general, limpiamos sufriendo, angustiados por no ser capaces de
limpiarlo todo. Pero El Gran Libro del Fregado nos enseña que el
sufrimiento es optativo, porque se debe a un enfoque erróneo. Uno no termina de
limpiar cuando no queda más suciedad. La suciedad es infinita. Nunca se la
vence del todo. Uno termina de limpiar cuando acaba el tiempo que ha decidido
dedicarle. En ese momento mira a su alrededor y, asumiendo que quedan tareas
por hacer, se congratula de lo hecho y se va a hacer otra cosa. Quien comprenda
esta lección obtendrá paz y alegría, porque es extrapolable a cualquier tarea
humana.
Nada,
nunca, está acabado. Todo es mejorable. García Márquez aseguraba que Cien
años de soledad está repleto de inconsistencias, pocos pintores cuelgan un
óleo convencidos de que no quedan pinceladas por dar, cada vez que Apple
presenta un modelo de iPhone ya se está cociendo en la trastienda el siguiente.
Es decir: acotar la búsqueda de la perfección disfrutando de metas razonables
siendo condescendiente con tus logros paso a paso es una de las mejores recetas
para elegir disfrutar en lugar de sufrir, te llames Gabriel, Pablo, Steve o
Antonio.
- Lección #2 de El Gran Libro del Fregado: Sobre la
constancia y la inconstancia
Las
escrituras hacen especial hincapié en el valor de la constancia. Es fácil
comprender su importancia volviendo a nuestra fuente eterna de verdad (limpiar
mierda). Todos conocemos la profunda desazón que te embarga cuando te pones a
limpiar la casa tras semanas sin tocar el mocho. El caos campa a sus anchas, el
polvo se ha expandido por todas partes. La dosis de energía que hay que dedicar
entonces para adecentar el piso es gigantesca. Sin embargo, si dedicas
periódicamente un nivel razonable de energía a tus tareas domésticas, el orden
y la limpieza se mantienen fácilmente.
Moraleja:
de poco sirven los esfuerzos titánicos de un día. La vida no funciona así. La
vida funciona más bien por desgaste. Las cuevas las forma el agua erosionando
con paciencia infinita rocas mucho más duras que ella. En general, pocas cosas
por las que valga la pena estar vivo han nacido del tirón. Más bien se han
gestado en empujes periódicos y tenaces. Así, el modus operandi de Gaudí para
diseñar y construir la Sagrada Familia es parejo a la constancia necesaria para
que tu pisito del Born no acabe hecho una pocilga. Ahí queda eso.
- Lección #3 de El Gran Libro del Fregado: “Corpore
Sano in Fregado Sano”
Hay
mil formas y estilos de limpiar, pero una condición indiscutible para hacerlo
bien: sudar. De aquí nace la tercera lección del libro, ya sugerida en el “Mens
sana in Corpore sano”, que viene a decir que es inviable pulir bien la casa sin
dedicarle un esfuerzo físico considerable. ‘Uséase’, que dándole al trapo y a
la fregona no solo obtendrás armonía espiritual, sino que le ofrecerás a tu
cuerpo su más preciado alimento: actividad física. ¿No te están entrando unas
ganas locas de irte a por el aspirador y el ‘Zas baños’? Pues espera, que aún
hay más.
- Lección #4 de El Gran Libro del Fregado: Sobre el
orden natural y las reglas intocables del universo.
Si
uno se dispone a limpiar una habitación y procede en este orden: 1º fregar el
suelo, 2º barrer el suelo y 3º quitar el polvo de las estanterías, el resultado
será desastroso. Siempre hay que fregar después de haber barrido, al igual que
siempre hay que quitar el polvo antes de barrer. Es un orden indiscutible. El
mundo está diseñado así. Si no lo aceptas, simplemente no funciona. En esta
sencilla observación se esconde uno de los secretos de la felicidad humana: hay
cosas que no dependen de ti, hay otras que sí. Aceptar las primeras, pelear por
las segundas y diferenciar las unas de las otras es fundamental para no
volverte loco.
- Lección #5 de El Gran Libro del Fregado: Sobre la
generosidad.
Si
la capacidad para limpiar tu propia mierda ya demuestra salud mental y física,
la capacidad para limpiar la mierda de los demás es una prueba definitiva de
generosidad infinita. El ser humano capaz de fregar los calzones de otro ser
humano sin torcer el rostro ni soltar un mal taco está muy cerca de la
iluminación de los grandes maestros. Además, tiende a ser el más feliz de todos
los mortales. Porque, como bien dice mi amigo Miguel, generoso y feliz donde
los haya, “en la vida hay que poner siempre, siempre a los demás por delante.
Esa es la clave para estar contento”. Del calzón sucio a la sabiduría en estado
puro, y tiro porque me toca.
Una
vez resumidas y asimiladas las 5 grandes lecciones de El Gran Libro del
Fregado, podemos explorar la “Iluminación final sobre el ciclo eterno” y
comprender con ella “el secreto último de la existencia armoniosa y
chim-pum-pam” (también conocida como “traca final”). Allá vamos.
- La iluminación final sobre el ciclo eterno
Supongamos
a un ser humano, sabio, que acaba de limpiar su cocina. Reluce la encimera, la
vitro es un espejo, no hay gota de grasa en las sartenes. Supongamos que llegan
dos amigos y le sugieren que prepare una tortilla. La última iluminación nos
enseña que ese hombre, ese Gran Hombre, ante tamaño desafío, sacará las patatas
sin inmutarse, las pelará sobre la encimera, rociará de aceite la sartén y
volverá a ensuciarlo todo con serenidad inmutable. Así lo hará porque él ya
está iluminado y sabe bien que hay que vivir sin miedo a ensuciar y limpiar
concienzudamente aunque todo se haya de volver a ensuciar.
En
el esfuerzo de fregar la sartén está contenido también el placer de ensuciarla
después. He ahí el aprendizaje final y megaluminoso que nos deja el gran arte
de limpiar mierda. Amén.