Republicado de disfuncionalA
Ya sé que es el título de una novela de David Trueba… pero él tampoco murió de originalidad…
La cosa es que parece que es lo único que he aprendido con los años. A perder.
Juegos de llaves, calcetines, nivel adquisitivo, citas en el médico,
aviones, memoria, fotos, los papeles… los papeles de verdad, los de
papel…
He perdido el contacto con gente querida, la costumbre de querer por
contacto, las agendas, las tarjetas, los discos, los guantes, los dueños
de los números de las agendas, de los nombres de las tarjetas, de los
discos y de los guantes…
Y, perdiendo, he aprendido a perder hasta cuando no es sin querer.
He perdido a novios que me querían tanto que me aburrían, a otros que
me querían tan poco que se aburrieron de mí, a otros que me querían tan
mal que nunca nos aburrimos, a amantes pasajeros que lo fueron tanto
que parecieron pasantes, a mujeres que me ofrecieron un viaje a Lesbos,
que acepté cuando ya era demasiado tarde, a hombres que querían pasar, o
amar, pero que se me perdieron antes…
He perdido las ganas de que fuera para siempre, la fe en que durara
hasta el día siguiente, la fe en tener ganas, las ganas de ser creyente…
Lo he perdido todo. He perdido tanto, que he dejado de llamar a objetos perdidos.
Ya tienen mi número…
Welcome!
Te invito a que te des un garbeo por este territorio fronterizo, donde encontrarás algunas cosillas mías, las de otros y tal vez algunas tuyas, si quieres. Además, también iré colgando algunas de las cosas que despierten mi curiosidad, confirmen o desafíen mi pensamiento y mis creencias, o me generen algún cosquilleoCuando te apetezca acompañarme, ten a mano los auriculares, sobretodo si quieres escuchar bien los mélanges (sorry, pero en ese tema no he aprendido nada nuevo). Y si no visualizas bien la página, cambia la resolución de tu pantalla a 1280 x 1024. Hala pues!, sírvete un drink, unas almendritas o prende un cigarrillo, y pincha el gadget, que esto despega ya...