Caminar como renacimiento
Caminar
implica reducir la utilización del mundo a lo esencial. La carga que se puede
llevar se restringe a lo elemental: un puñado de ropa y de utensilios, algo
para hacer un fuego y no morirse de frío, instrumentos para no perderse, un
poco de comida, a veces armas, siempre algún libro. Lo superfluo se cuenta en
penas, sudor, dolores futuros. El caminar es pues un desnudarse, que revela al
hombre en su cara a cara con el mundo. (...)
El
caminar es a veces una memoria reencontrada, no sólo debido a la invitación que
hace a que meditemos sobre nosotros mismos en el curso de nuestro vagabundeo,
sino también porque a veces llega a trazar un cambio que remonta el curso del
tiempo y nos libra a un sinfín de recuerdos. (...)
El
caminar es un remedio contra la ansiedad o la melancolía.(...). El caminar
fabrica lentamente el sentido que permitirá reencontrar la evidencia del mundo;
a menudo se camina para reencontrar un centro de gravedad, perdido al haber
sido alejado de uno mismo.(...). Muchas rutas son travesías del sufrimiento, que
nos acercan lentamente a la reconciliación con el mundo. La suerte del caminante,
dentro de su angustia, es la oportunidad que se le ofrece de un cuerpo a cuerpo
con su existencia, de conservar un contacto físico con las cosas. Embriagándose
de fatiga, planteándose objetivos minúsculos pero eficaces, como ir allí en
lugar de allá, controla todavía su relación con el mundo.
(...)
La travesía por el desafio moral encuentra en el desafío físico que es el caminar
su antídoto por excelencia, el que modifica el centro de gravedad del hombre.
Sumergiéndose en otro ritmo, en una relación nueva con el tiempo, el espacio,
los otros, gracias a su encuentro con el cuerpo, el sujeto restablece su lugar
en el mundo, relativiza sus valores y recupera la confianza en sus recursos
propios. (…) Su duración, su dureza ocasional, la vuelta a lo elemental que
provoca, hacen que el caminar pueda romper una historia personal dolorosa,
abriendo los caminos secundarios del interior del yo, lejos de los caminos
trillados donde la pena se va rumiando poco a poco. Hoy se organizan marchas
especialmente pensadas para enfermos, de cáncer o de esclerosis múltiple, por
ejemplo, para que recuperen la confianza en sí mismos y activen todos sus
recursos, tanto fisicos como morales, en su guerra contra la enfermedad. En la
trama del camino, hay que intentar reencontrar el hilo de la vida.