Quizá la vida es tan inconcebiblemente canalla y desesperada porque los
tópicos son inefables, y sólo el artista y el genio se atreven a mandar los
tópicos al infierno, a descubrir en los lugares comunes lo que está muerto o es
antinatural y a demostrar que detrás de las verdades respetables y dogmáticas de los señores Kovács se esconde
siempre otra verdad a la que le importa un bledo Füzesabony y que no se sorprende cuando la policía secreta encuentra
al alto cargo, célebre por su puritanismo, colgando del pomo de la ventana de una casa de citas vestido con una combinación rosa
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Tiene que haber un motivo por el cual las personas aguantan el tedio
opresivo de la convivencia organizada, de otro modo no seguirían debatiéndose en la atroz trampa de ataduras ya gastadas; los hombres
no aceptarían sin rechistar las
renuncias a las que los fuerzan las convenciones sociales si, en el
fondo, no estuvieran convencidos de su validez. Por lo tanto, consideran que nadie tiene derecho a buscar su satisfacción,
tranquilidad y alegría según sus propias reglas, porque ellos, que son la
mayoría, han aceptado de común acuerdo soportar la censura de los sentimientos
y los deseos, esa censura general que
es la civilización... Por eso se indignan y crean tribunales de guerra
secretos para dictar sentencias despiadadas en forma de cotilleos en cuanto se
enteran de que alguien se ha atrevido a rebelarse y a buscar por su cuenta un
remedio a la soledad. Ahora que ya estoy solo, a veces me pregunto si de verdad
es tan injusto el reproche de la gente cuando ve que alguien busca una solución
irregular a los problemas de su vida...