La mayoría de la gente no puede dar ni recibir amor porque es cobarde y
orgullosa, porque tiene miedo al
fracaso. Le da vergüenza entregarse a otra persona y más aún rendirse a ella
porque teme que descubra su secreto (…) el triste secreto de cada ser humano:
que necesita mucha ternura, que no
puede vivir sin amor.
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El amor existe o no existe. ¿Qué más hay que saber? ¿En qué se convierte el
sentimiento humano cuando detrás de él se esconden la intención y la
conciencia? ¿Sabes?, cuando uno se va haciendo viejo se da cuenta de que todo
es diferente de lo que pensaba: hay que ser mañoso en todo, hay que aprenderlo
todo, incluso a amar.(…). Somos humanos y todo lo que nos ocurre en la vida
pasa por el filtro de la razón.
Y a través de la razón se hacen soportables o insoportables nuestros
sentimientos y nuestras pasiones. No basta con amar.
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(…) el amor, si es verdadero, siempre es letal. Ahora me explico: su
fin no es la felicidad, el idilio «hasta que la muerte nos separe», cogidos de
la mano paseando bajo los tilos en flor, tras los cuales se vislumbra la mansa
luz de la lámpara que refulge en el zaguán de la casa, que nos acoge y envuelve
en sus frescos olores... Eso es la vida, pero no es el amor. El amor es una llama más siniestra, más trágica. Un día
se enciende el deseo de conocer esa pasión destructiva.